Y es que en Carnaval, hay que salir!
Cuando llegué me puse el gorro con las plumas blancas y tiramos pa las calles, en este caso pa un mogollón lleno de sorpresas, algunas desagradables como la de un presunto jugador de rugby que en un delirium alcoholico daba trompazos a todos los que se les ponía por delante, especialmente a un caniijo vestido de novia que huía de sus puños como alma que lleva el diablo, y se le colgaban al cuello del agresor, los que iban y venían y las novias de los agredidos, y los amigos y el que iba disfrazado de payaso o algo así cayó en redondo al suelo cuando recibió un puñetazo en la cara, y es que sin ser este incidente lo demás fue muy divertido, la noche regada de parejas lesbicas, mariquitas de pon y quita, algún güiri gay bailando desenfrenadamente y casi el el chasis el pobre, casi lo adoptamos para que nos animara las mañanas de los lunes cuando las ganas de ir a trabajar caen con el agua del retrete, y allí la fiesta amenizada por los cantantes sacados de los geriatricos del rock, en honor a una época pasada, la Charles, la Tyler, unos negritos con Imagination, en fin, pero en fin de estos acontecimientos ya habló la Chirlina.
El segundo asalto a las calles con nuestras vestimentas carnavaleras fue en un soñoliento concierto en playback de algunos artistas del momento, que de momento no pensamos añadir a nuestra discografía, y una niña escualida vestida de camarera del placer adolescente, mirandome la barba blanca por debajo de la máscara me dice "Le importaría que me saque una foto con usted", pero bueno! que manía tiene la gente de cargarme con más años de los que tengo, seguro que la nena estaba ciega de Tropical o es que Matusalem no es nadie al lado mio. Cual cuervos en la noche nos despegamos del mogollón sin brillo y nos fuimos a la playa a tomar el aire o a que el aire tomara prestado nuestros sombreros, con la aprobación sincera y esmerada de una Mary desubicada que aplaudió con entusiasmo nuestra caracterización y siguió su camino con la sonrisa inglesa puesta en su cara de mema, al final volamos hacia nuestras tierras cuando el cansancio hizo meya en nuestros ánimos y así nos convocamos pal día siguiente.
Inauguramos el tercer acto con una cerveza reventada contra el suelo, y es que los guantes no te dejan agarrar bien algunas cositas humedas y la lata lo estaba, las niñas en su salsa buscandose las cosquillas, porque si no, no son ellas, oye que ni disfrazadas se están quietítas las jodias, aunque esta vez no hubo roces ni nada excepto cuando Chirlina huía de los platillos de un músico de la banda que estaba como loco pegando y pegando en los oidos de la nena, peor que mis gritos nessundormicos, y tiramos por un callejon parriba con menos luz que la gracia de mi vecino, el locutor zingara, pero cargaitos de grados y otras humeantes y sabias ofrendas del placer, en esta ocasión la plaza del pueblo, era un decorado de cine español con su banda, con sus mirones aburridos, y con tres pelagatos, nosotros tambien los pelamos, brincando detras de una campana con bracitos, que al final quemaron y todos tan contentos y ahumados claro!, un primo nos contó lo transcendente que estaba siendo su vida reflejada en un vaso de cola y ron, una indiana se privó con nuestras caritas picudas, otras prima se empeñaba en tener más polipos que el Perea, hay quien nos quiso vacunar de la gripe aviar e incluso el alcalde reverenció nuestro estático momento de madrugada, en fin que recogimos los bartulos y allá en donde los barcos no se pierden nos plantamos a tomar el fresco y es que estos carnavales! tiene a la gente desanimada! y es que hay mucho paro! y poco curro ! y los euros mágicos desaparecen de los monederos! ahora queda otro vuelo allá donde nuestras plumas se van a confundir con las que las llevan puesta todo el año, que son muchos y muy enrralaos.
Un besito pa todos los que se han divertido cerca de nosotros, a Manolo que también provó la máscara, al que tenía los pies reventados con los zapatos blancos de novia, al que iba de sirvienta y no podía ni abrir los ojos, al del chiringay que no dejó a Pitina más barata la birra, a las bollitos que bailaban con las uñas comidas y los pelos a lo macho men con la música vieja, a los indios del brake, a los hombres de pesos pesados que se ocupaban todo el bar de los baños rotos, a las que enseñaban sus nalgas sin decoro cuando meaban entre los coches, a los polis tiesos, a los que se vistieron de mujer sin peluca, a los que mearon en cualquier lado enfriando lo más glande de su corazón, y en especial a mis mosqueteras que sin ellas la fiesta no sería tan divertida.
Er Pep
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